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Autor: Ramiro Seva
ALARMANTE VENTA DE CUBITOS EN EL POLO

Drama en el interletraje
No sin mi foto
¡HA NACIDO DIOS!
Sí, estas líneas aparecen en diciembre, pero no viene a cuento del advenimiento de ningún señor, ni en minúsculas ni en mayúsculas. Lo que ha aparecido es un órgano de diplomacia del diseño español. Viene a santo de la Estrategia Nacional de Diseño desarrollada a partir de una Proposición No de Ley aprobada en el Congreso de los Diputados el año pasado. Su denominación encaja como un guante en el elenco de marcas que han hecho fuertes a nuestros colegas de Masters Of Naming y da pie a frases tan gloriosas como: “La misión de DIOS es impulsar el reconocimiento del diseño para aumentar la competitividad empresarial y el posicionamiento de la imagen país…” Poca broma, es una frase que podríamos encontrar en un perfil de LinkedIn (como es el caso) o en unos evangelios.
Abracadabra

Un amigo empresario me dijo una vez que hoy en día, para que un negocio fuera bien, había que hacer casi todo bien pero que, sin embargo, aun haciéndolo todo bien, podía ir mal. No me cabe duda de que tenía razón, es más, me parece que es aplicable a innumerables aspectos de la vida que podrían ir desde las relaciones sexuales a la salud, puedes dejar volar tu imaginación y seguir buscando ejemplos, pero yo me quedaré con lo que suele tocar y diré que en la publicidad esa posibilidad con visos de Ley de Murphy, encaja como anillo al dedo.
Se me naming el traba
Bien. Hemos llegado a tasas de alfabetización por encima del 98% en Argentina y de un 95% en Paraguay. En España tenemos una cifra aún más redonda y bonita pero, los dos casos que cimentan estas líneas proceden de los primeros países. ¿Y para celebrar esas cifras ahora qué hacemos? ¡Pues pongamos a prueba la paciencia y la pericia de nuestros públicos! ¿Y cómo lo hacemos? Pues con rótulos tan estrambóticos que, en el orden lógico de lectura, puedan parecer cualquier cosa menos lógicos. ¿BIAR BLIO TEGEN CATINA? ¿ROCHA LANPA DORRO? Aceptamos que en inglés las cosas suenen más molonas para muchos pero, ¿con las sílabas salteadas? ¿Realmente es necesario exponerse a eso? ¿Se merece la abuelita de los memes tanto protagonismo?
Tengo un orangután en mi pantalla

Y yo no quiero que esté. Pero no por los mismos motivos que esa niña de ojos tan enormes como los suyos. Sí, coincidimos en cosas y tampoco quiero que pierdan su hábitat los orangutanes. Sin embargo, a pesar de que está demostrado que los ojazos de animales provocan empatía (y de niños ni te cuento) a mí, el anuncio de Greenpeace en el que aparecen me deja mal cuerpo.
¿Autorrecargables? ¿EN SERIO?

¿QUÉ ES ESO DE OFRECER HÍBRIDOS AUTORRECARGABLES?
Y lo que es peor, ¿había que hacerlo con la desfachatez de apelar al pensamiento mágico e irracional de que su forma de recargarse (sin necesidad de enchufarse) como algo novedoso y revolucionario?
Es internet, estúpido
Desde que Nicholas Carr plantease en 2010 a pregunta “¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?” que subtitula su libro “Superficiales”, el tema ha sido y seguirá siendo tratado desde todos los ángulos científicos. No es mi objetivo aportar gran cosa al debate con las 300 palabras de este artículo, que gentilmente publica la revista Üalà cada cierto tiempo, pero es que no paro de encontrar divertidas coincidencias que, sin ánimo científico, ilustran perfectamente lo bueno y lo malo de la llamada red de redes.
El pasado verano, mientras preparaba una clase de mi asignatura, y tras copiar el enlace de una muy interesante charla pronunciada en el TED por el premio Nobel de economía Daniel Kahneman*, Youtube me sugirió el menú que puede verse en la imagen correspondiente. Curiosa mezcla de un premio Nobel de Física, con la eyaculación femenina, la omnipresente Marta Flich y la marca ACME. Es internet, estúpido, me dije pafraseando el archiconocido eslogan de campaña de Bill Clinton contra Bush: “Es economía, estúpido”.
Hace unos días, una amiga de Facebook compartió el enlace a la entrevista publicada por El País con Anastasia Dedyukhina, una especie de Marie Kondo que nos propone el “minimalismo digital” para ahorrarnos ansiedades, angustias y dolores de cabeza. Hasta ahí todo bien, pero al llegar al final de la entrevista aparecía una inserción publicitaria algo desconcertante, como puede verse en la otra imagen adjunta, que no quise clicar para no empeorar mi ya deteriorada reputación en los algoritmos. Si alguien quiere buscar en Google “Stud World” que lo haga, yo ya me siento bastante estúpido y superficial por hoy.
Nota: Este artículo ha sido publicado en el número de junio de 2019 de la Revista Üalà.
*La charla en cuestión: