Me he enterado hace poco que la crisis del Covid-19 es un “rinoceronte gris”. No tenía ni idea de lo que era eso, pero gracias a Santiago Camacho he descubierto que es una amenaza muy probable a la que no se hace caso, a pesar de que se ve de lejos. Es fácil hablar de esto a posteriori como yo, o como tantos otros, pero los hay como Bill Gates que lo tenían bastante más claro, al menos desde el 2014.
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Lo que nadie veía venir era hasta qué punto podía calar esta pandemia en el mundo creativo. Al principio me alarmé con los síntomas de bares y discotecas que, a mediados de marzo, invitaban fiestas del coronavirus donde contagiarte o contagiar (tu alegría), a gusto del consumidor. Afortunadamente en paralelo, tanto marcas como instituciones y particulares comenzaron a comunicar con responsabilidad e ingenio y aquí empezó a llegar lo más interesante. En Italia, epicentro europeo de la catástrofe en la primera fase, se hizo una espectacular campaña de concienciación que mostraba a pacientes con respirador junto a preguntas como: “¿Qué tal las cañas?”o “¿te gustó Milán?”..
Por su parte aquí, tuiteros como @PinguMeh, no tardaron en adaptarla con piezas como la que acompaña a estas líneas. Aun así, lo peor estaba por llegar y no podíamos imaginar el número de muertes que nos esperaba y, a pesar de los intentos de la Funeraria Borrelli, los servicios de su sector han sido de los más demandados en marzo.

Anexo (12-04-20): Fran Estevan nos descubrió una maravilla tras la publicación del post que no podía quedarse fuera. Con ustedes… ¡SUSANA DISTANCIA!
Nota: Publicado originalmente en Revista Üalà.